Más de 70 muertos por lluvias torrenciales. Personas llamando hoy a las empresas donde trabajan, preocupadas por no saber como ir al trabajo en el País Valencia, Albacete, Múrcia, Malaga y Almería.
La pasarela peatonal se ha convertido también en una auténtica procesión de personas en los dos sentidos. Los que iba a València, apoyándose en una caña que hace las veces de bastón. Entre los que bajan hacia el sur, gente con palas y escobas. Un joven matrimonio se dirige entre sollozos de ella. “Mis abuelos. Sé que están bien porque subieron a piso de arriba, pero quiero ir a verlos y comprobar que no les falta nada”.
La Torre necesitará mucho tiempo para volver a ser lo que era. Los coches se acumulan por cientos. Haciendo caprichosas figuras o incrustados en cualquier rincón. En el hito que anuncia la llegada al pueblo se acumulan también los coches destrozados. Y otro yace debajo del ficus centenario que adorna la plaza de la iglesia de Nuestra Señora de Gracia, recientemente remodelada. El párroco, Salvador Pastor, está destrozado: “es un barrio trabajador con familias que viven en condiciones muy básicas, por lo que las consecuencias van a ser dramáticas, confiamos en que declaren la zona catastrófica, porque si no, los vecinos no van a poder hacer frente a esta situación tan dramática. Es difícil hacer un balance de familias afectadas, sólo en caritas parroquial se atiende cada semana a unas 190 familias, y esto ha afectado a muchísimas más, por lo que la totalidad podría superar el medio millar. En estos momentos no podemos ofrecer ningún tipo de ayuda material desde la parroquia, ya que se encuentra totalmente inundada, con un metro y medio de agua, y casi tres palmos de barro, tanto en las dependencias como en la sacristía. La puerta del templo está colapsada por una pila de vehículos amontonados por la fuerza del agua y carece de red eléctrica”.
El párroco valenciano, asegura que el efecto de la DANA “ha sido devastador, en esta zona no estaba lloviendo, pero llegó toda el agua de los barrancos que se han desbordado, y entró con tanta fuerza que anegó el barrio entero, exceptuando algunas zonas más elevadas de las viviendas, fue como un tsunami. La Torre es un barrio con muchas viviendas de baja altura, a pie de calle, que junto a comercios y locales han sido completamente inundados”.
Acceder a la alcaldía pedánea es prácticamente imposible porque en esas calles los coches hacen tapón. Lo mismo que los aledaños del Colegio Padre Manjón. Por allí también se ve junto a sus furgonetas. Uno, achicando. Otro entra para llevarse la documentación. Contenedores destrozados, un buzón de correos derribado junto a la antigua Harinera.
“¡Suban a los pisos altos!”
Los vecinos que achican agua ya de los bajos hacen un relato que ya es conocido: “fue rapidísimo, en un visto y no visto”. Señalan una pared: “mira hasta donde llegó. Un metro y medio”. Y no sólo eso: “el pánico”. Otros se convierten en espectadores: los vecinos de fincas altas, que tienen una visión de conjunto. “¡Dejar de hacer fotos y marcharos, que va a venir otra tromba!” gritan desde un balcón. Poco después es el camión de bomberos quien lo anuncia. “Rogamos suban a los pisos altos. Hagan correr la voz” dice una megafonía mucho más personalizada de lo normal.
Llega una joven embarazada acompañado de su pareja, éste con varias bolsas de plástico y visiblemente afectado. La chica está bien, la introducen en una ambulancia para prestarle ayuda. Lo mismo que a un señor, al que han vendado la rodilla. Las personas mayores preocupan. “Abuelo, ¿donde va?” le pregunta uno de los vecinos que limpia su portal a un anciano que marcha con paso vacilante y puede caerse por el barro.